sábado, 22 de noviembre de 2014

Reflexíon acerca del proyecto de escritura colaborativa

    Nuestro trabajo consistía en escribir un cuento realista basado en una pintura llamada: con el Santo y la Limosna. Tenía 3 etapas, la primera consistía en hacer la situación inicial, el conflicto y el desenlace. En la segunda, teníamos que añadir las descripciones y los diálogos entre los personajes y por último en la tercera teníamos que escribir el cuento definitivo.
    Para mí fue una experiencia nueva y muy complicada, porque trabajar en equipo no es simple, debido a que todos tienen ideas diferentes y maneras de escribir en la que capaz no estás de acuerdo. Mi participación en el grupo fue muy buena porque tenía algunas ideas que al grupo le gustaban. Fue difícil pero de alguna manera llegamos a resolver los acuerdos necesarios para que el producto final sea el mejor. Me gusto como trabajaron mis compañeros, porque entre todas las ideas logramos una que nos gustó a todos. Se presentó solo un problema, un participante del grupo no trabajo y era muy complicado trabajar  porque no sabemos si le gustaba o no. Este problema lo resolvimos poniendo horarios y fechas, determinados días nos conectábamos y así podíamos trabajar todos juntos.
    En esta nueva experiencia aprendí muchas cosas: como trabajar en equipo, como escribir un cuento realista. Para escribirlo necesitamos muchas investigaciones, porque un cuento de este tipo tiene que ser verdadero y eso no es sencillo. A veces  describías a los personajes y lo tenías que volver a hacerlo porque no era creíble. Utilizamos la primera persona y tengo que decir que no fue fácil, expresar sus sentimientos, pensamientos, diálogos etc. Haber contado la historia en primera persona la hizo más estética, pero si en cambio hubiéramos contado en tercera persona hubiera sido menos complicado.
Escribir un cuento no es lo mismo que escribir acerca de lo hecho. Me resulta mucho más duro hacer una reflexión porque poner todo lo que hiciste y todos los problemas, parece simple a la hora de contarlo pero cuando tienes que escribirlo es muy complicado, no digo que escribir un cuento sea fácil pero es lo que yo prefiero.
    Para la próxima me gustaría mejorar la convivencia en el grupo y no preocuparse por cómo te llevas con tu compañero sino por el trabajo que tenemos que enfrentar. Espero que les guste.

Este es el producto final...

El Camino de un Artista

    Me encuentro aquí en mis últimos momentos de vida. Ya no sé qué pensar, ya no puedo pensar. Solo aparecen algunos recuerdos… De chico me gustaba imaginarme que podía llegar a ser de grande. Seguía los pasos de mi padre, a él le encantaba pintar con lo que tenía. Yo, a veces, le pedía permiso para pintar, pero él nunca me dejaba; sus pinturas eran lo más importante que tenía después de mí. Será por eso que lo único que deseo ahora es hacer lo que más me gusta: pintar.
Siguen los recuerdos: Cuando cumplí los 15 años empecé a pintar con lo que mi padre me había dejado; al principio, no eran muy buenas mis pinturas, no tenía experiencia. Observaba siempre un cuadro que mi padre había dejado a medio terminar Antes de morir. Me imaginaba mil formas de terminarlo. No me animaba. La imagen del Santo en ese cuadro era poderosa: me atemorizaba, me impactaba.
    Recuerdo que hace unos meses por fin me habían dado la oportunidad de exponer mis pinturas en un lugar muy conocido, estaba muy feliz y emocionado, era lo que siempre había querido. Me llamaron para tomar mis datos y para ver cuántas obras tenía para exponer. Pero para mi suerte, unos días antes del día de la exposición, me enfermé, llamé a un médico para que me dijera si debía tomar medicinas o algo, pero no supo bien lo que me pasaba. Me preocupé bastante: no quería tener una enfermedad seria antes del gran día. Me dirigí hacia un hospital para saber qué me estaba pasando. Me dijeron que era algo grave y que por eso me tenían que hacer unos estudios, que podían llegar a cambiar todo. Los doctores pensaban que tenía cáncer de pulmón.
    Las habitaciones del hospital eran grandes, luminosas y frías. Me tocó la número 236. Tenía una cama amplia, un sillón por si recibía visitas, un baño privado, una máquina y una vista increíble. Pedí pinceles, un lienzo blanco y colores. De alguna manera iba a pintar, no sabía qué, pero lo necesitaba. Los doctores volvieron y, finalmente, me lo confirmaron: tenía cáncer de pulmón. Me dijeron que iba a ser muy difícil presentar la muestra debido a que el cáncer había avanzado y teníamos que empezar con la quimioterapia lo más rápido posible, antes de que una tragedia sucediera. 
    Me desilusioné. La exposición de mis obras era el sueño de mi vida, pero ahora era casi imposible. No planeaba darme por vencido, pero tampoco encontraba una manera de hacer las dos cosas: de curarme y de llevar a cabo mi sueño.
Unas semanas más tarde tuve una idea: no sería fácil, pero debía hacerlo. Tendría que lograr verme de una forma en la cual no se notara que estaba enfermo. Necesitaría “disfrazarme”. Cuando encontré los elementos adecuados para hacerlo, me escabullí por los pasillos hasta llegar a la salida. Me dirigí hacia el lugar de la muestra, me recibieron y la inauguración comenzó, ¡fue un éxito! Un montón de personas estuvieron ahí por los cuadros pintados por mí, me sentí muy orgulloso, pero en ese momento sentí un dolor muy fuerte en el pecho y no sentí nada más hasta llegar al hospital.
    Ahora me llevan a la sala de operaciones, me aplican anestesia, y ya no siento nada más. Cuando tomo conciencia de donde estaba me doy cuenta que el cuadro seguía ahí, ahora que lo miro me doy cuenta que ya es un cuadro terminado y si mi padre estuviera aquí estaría muy feliz.
    Mi corazón se detiene poco a poco. Alguien, pero no sé quién, empieza a llorar. Escucho el ruido del respirador y las exclamaciones de sorpresa de los médicos, pero ya no puedo sentir nada ya que lo único que veo es una luz blanca, pero…



Autores: Mayra Pagano, Catalina Gamero,
Ezekiel Kentros y Julia Fazio

viernes, 7 de noviembre de 2014

Un hermoso atardecer

Llega el atardecer y la luz se marcha
Veo los lirios que no se dejan de mover
Siento con mis manos la arena calentita
Sonrío cuando veo el arco iris en el cielo